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Menos Estado, Más Ciudadano
En este área iré colocando todas aquellas ideas que vayan encaminadas a conseguir un Estado Limitado, y su posterior desaparición, todo aquello que se me vaya ocurriendo o recopilé por ahí, además aquí estarán incluidas todas las aportaciones interesantes que reciba en el mail, por ello ira creciendo paulatinamente. Trataré de resumirlas al máximo para que su lectura no se haga tediosa. -
Los representantes de los ciudadanos están para servir, no para enriquecerse.
Es importante este aspecto, consiste en entender la política como un medio para servir a los ciudadanos y no como un fin para tener un elevado nivel de vida. Por ello considero que ningún cargo elegido por los ciudadanos debe tener una remuneración neta superior a 2,5 veces el salario medio nacional, en la actualidad unos 43.000€ anuales, o sea entorno a los 3.600€ mensuales.
Esta remuneración se haría extensible a cualquier cargo designado directamente por dichos representantes. -
Los ciudadanos elegirán a sus representantes a través de listas abiertas.
Los representantes de los ciudadanos deben tener presente que se deben a sus electores, y no al partido que les incluye o no en una lista. De ese modo se les fuerza a ser fieles a sus promesas e ideas, pues de ello depende su reelección. -
Un hombre un voto.
Nuestro actual sistema contiene un fallo de enorme magnitud, la representatividad de las ideas de los ciudadanos en el parlamento, no es justo para los votantes que partidos con 300.000 votos obtengan cinco escaños y otros sólo uno, o más grave aún, con más de 750.000 votos diez escaños y con 960.000 sólo dos.
Será complicado pero habrá que buscar el modo de hacer que cada escaño «cueste» el mismo número de votos, pues los votos representan a ciudadanos, no a territorios, de ahí que haya que ir hacía un sistema de circunscripción única. -
División real y efectiva de los tres poderes del Estado.
Para que exista un eficaz funcionamiento de las instituciones, y puedan «vigilarse» mutuamente unas no pueden depender de las otras. Por ello y como primer paso la justicia debe ser completamente independiente, siendo los jueces los que elijan sus órganos de representación, los fiscales también deberán elegir a sus propios representantes. -
La política fiscal debe caber en dos folios.
Los impuestos, en cuanto acto no voluntario constituyen un tipo de agresión, y este nuevo sistema se basa precisamente en el Principio de No Agresión, por ello el objetivo es llegar a la total desaparición de los impuestos. Hasta que llegue ese momento:La ley tratará igual a todos sus ciudadanos, eso implica que todos pagaran una parte proporcional idéntica de sus ingresos, o sea un único tramo impositivo para todos los ciudadanos, con un mínimo exento para cumplir la progresividad a la que obliga nuestra Constitución.
Y la gran pregunta ¿cuál debería ser ese porcentaje? pues no debería ser superior al 20%, lo ideal sería llegar lo antes posible a una cifra entre el 8% y el 12%.
Nota: el objetivo final, la desaparición del estado, conlleva la desaparición de los impuestos. Al ser un proceso prolongado en el tiempo, los impuestos deberían irse reduciendo a medida que el sistema lo permita.
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Eliminación de subvenciones.
Todas las subvenciones deben desaparecer, con ello desaparecen las redes clientelares que se crean alrededor del poder, y la existencia de personas, grupos u organismos alimentados por el esfuerzo del resto de ciudadanos. -
Eliminación de las Comunidades Autónomas.
Las Comunidades Autónomas han resultado ser un fracaso. Su concepción inicial, en un intento de contentar a todos, simplemente ha servido para dar alas a los delirios nacionalistas de unos pocos que han visto lo bien que se vive agitando la bandera del independentismo.Si a eso le añadimos la ruptura del mercado interior, las diferencias de trato a los ciudadanos en función del lugar de residencia -desde impuestos, a oposiciones pasando por la atención sanitaria-, y el aprovechamiento que han realizado los políticos creando estructuras paralelas en estos 17 reinos de taifas, tenemos el cóctel perfecto de la ineficiencia y el despilfarro.